La fiebre por correr descalzo con unas zapatillas minimalistas ya ha llegado a nuestro país y cada vez son más los corredores que deciden dar el paso a esta especialidad
Desde 1960, cuando el etíope Abebe Bikila consiguió el primer oro para África en unos Juegos Olímpicos corriendo descalzo, hasta nuestra última década, muy pocas personas habían considerado competir o entrenar descalzos. No fue hasta 2009, cuando se fundó la “Barefoot Runners Society” en Estados Unidos –a día de hoy alcanza más de 5.000 socios-, que podamos afirmar que la revolución del Barefoot running ha calado en la comunidad runner.
¿Esto quiere decir que correr descalzo es una tendencia al alza y que aporta beneficios? Hay estudios que así lo confirman, sobre todo para aquellos corredores que impactan en el suelo con el talón en vez de los metatarsos (acostumbrados a las zapatillas con talones gruesos), ya que de esta manera se pueden producir lesiones a medio plazo, a diferencia del barefoot running, donde el impacto del pie debe caer sobre la zona media de la planta, así evitas molestias en isquios y zona lumbar.
Albert Parreño, triatleta de élite y entrenador del Club TriDiR, cree que esta modalidad es “beneficiosa para mejorar la calidad de los tendones, la propiocepción y aumentar la agilidad o la flexibilidad”. Pero advierte que “hay que tener paciencia y realizar una progresión” ya que se debe utilizar una técnica de pisada diferente a la que muchos corredores están acostumbrados.
Aunque existen competiciones exclusivas para descalzistas -donde se prohíbe utilizar cualquier tipo de calzado, aunque sea minimalista-, como el cto. del mundo de carrera descalcista de fondo en Oropesa del Mar, según Albert Parreño es mejor utilizar “zapatillas minimalistas con una suela muy fina para evitar infecciones u otros tipos de lesiones con el contacto directo con la piel y el suelo”.
En cambio, Ivan Raña, campeón mundial y europeo de triatlón, ha llegado a correr descalzo hasta 30 km en asfalto en alguna de las competiciones que ha participado, además de declarar su amor incondicional por el barefoot running: “la piel lo absorbe todo; lo bueno y lo malo. Cuando troto sobre el asfalto, al día siguiente, tengo sensación de resaca por los aceites y la contaminación. Me siento sucio. Si lo hago en hierba, la sensación es de frescor, como cuando acabas una carrera y te sientes fino. Por el barro es muy bueno porque se asimila hierro, sodio o magnesio».
Cómo iniciarse en el Barefoot running
Parreño aconseja realizar una adaptación para familiarizar al pie con el impacto directo en el suelo: “recomiendo empezar a correr descalzo sobre la arena de la playa, más adelante utilizar zapatillas minimalistas en suelos naturales y finalmente probar las sensaciones en el asfalto, siempre con el pie protegido”.
Por su lado, Guillermo B., Director Técnico de DiR Hispà, acostumbrado a correr entre 100 y 120 km al mes en temporada, confiesa que también le ha picado la curiosidad del barefoot running y que se encuentra actualmente en un “proceso de adaptación para incorporar esta nueva técnica”.
“He empezado utilizando un calzado minimalista durante 3 días a la semana y por ahora lo utilizo únicamente para caminar” nos explica Guillermo, que también nos avanza cuál es el siguiente paso: “empezaré a correr y caminar en cinta, alternando 2 minutos corriendo y 1 andando para continuar la progresión”.
Si quieres más información sobre cómo iniciarte en el barefoot running, no lo dudes y consulta a nuestros técnicos de Run With Us para evitar al máximo las lesiones y empezar con buen pie esta nueva técnica.
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