A veces no nos damos cuenta que ciertas acciones que realizamos en el gimnasio pueden ocasionar una situación de violencia de género
El Día Internacional de la Mujer queremos seguir reivindicando los pequeños (y no tan pequeños) gestos hacia la igualdad de género también dentro de los gimnasios. Lamentablemente las mujeres siguen expuestas a micromachismos o situaciones que las sitúan en desventaja de género y qué mejor día para evidenciar estas acciones diarias que se producen en el entorno de la práctica deportiva.
Nuestro objetivo en este post es describir las situaciones que no deberían producirse en ningún gimnasio, con el fin que cada usuario aprenda a respetar estos espacios de convivencia y dejen de lado actitudes machistas que provocan una discriminación de género.
En este blog, que representa a nuestra cadena de centros de fitness, sentimos la responsabilidad de dar a conocer este tipo de conductas que desgraciadamente siguen produciéndose en todos los gimnasios de alrededor del planeta, tal y como hemos podido averiguar a través de noticias, comentarios y publicaciones en redes sociales.
¿Por qué las mujeres tienen menos credibilidad como entrenadoras?
Una de las situaciones que denuncian alguna de las entrenadoras o monitoras de actividades dirigidas, es que los usuarios tienden a escoger las sesiones de tonificación o musculación que están dirigidas por hombres en vez de mujeres. Inclinarse por la opción masculina porque creemos que tiene más experiencia dado que los músculos es “cosa de hombres”, no deja de ser un micromachismo que ayuda muy poco a nuestras profesionales y aumenta la presión para realizar correctamente su trabajo.
Una mujer puede estar tan preparada en cualquier ámbito como un hombre debido a que supera del mismo modo todas las pruebas para ejercer su profesión. Evitemos los prejuicios de género para que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades.
No existen zonas exclusivas para un solo género
La zona de musculación no es exclusiva para hombres fibrosos y musculados, del mismo modo que cualquier persona es bienvenida en una clase de zumba o steps. No nos damos cuenta pero muchas veces cargamos una mochila llena de estereotipos de género y damos por hecho situaciones que ponen en desigualdad a hombres y mujeres. Un ejemplo de ello es creer que una mujer no se siente cómoda realizando ejercicios con pesos libres, algo que restringe la libertad de elección.
“Hay momentos del día que evito ir a entrenar a la zona de peso libre”, explica una usuaria de uno de los gimnasios, “el nivel de testosterona que se desprende entre tanto ciclado no invita para nada acercarte a esa zona, aparte de ver cómo marcan su mirada y comentan sobre algunas mujeres que pasan por allí.” Esta actitud primitiva dominante priva a las demás usuarias utilizar espacios del gimnasio libremente, sin miedo a estar vigiladas por cualquier otra persona.
Tener una actitud de marcar territorio pone en evidencia una falta de empatía con el resto de personas y un nivel de inteligencia similar al de un animal salvaje, además de estar incumpliendo las normas básicas del gimnasio. Tampoco intentes darle lecciones sobre como levantar peso a menos que alguien te lo solicite.
Interrumpir durante el entrenamiento
Seguro que existen muchas parejas que se han conocido en un gimnasio y viven idílicamente su romance, dado que en un gimnasio puedes conocer a muchas personas y entablar una relación de amistad. Pero también existen otras personas que encuentran incómodo que alguien interrumpa su sesión de entrenamiento simplemente para saludarlas y entablar una conversación.
Si una mujer está entrenando tranquilamente, a menos que lo solicite, no necesita ningún consejo, ayuda para coger las pesas, darte su instagram o responder a tus preguntas incómodas.
La primera regla que hay que tener clara, es que cuando alguien está utilizando auriculares (o no), normalmente no quiere hablar con nadie más porque está concentrada en sus ejercicios. Del mismo modo, si una mujer se sitúa en una cinta de correr y existen otras 10 libres, ¿porque deben ocupar justo la que está al lado de la que utiliza la mujer? Según este estudio de ExerciseBike, el 52% de este tipo de acosos se producen en la zona de cardio y suelen ser protagonizados por usuarios del gimnasio en 9 de cada 10 casos.
To the man at the gym who just now asked me to spot him, then asked for a hand getting up from the weight bench, then used his free hand to grab me by the back of my thigh: I wish you could understand the BOILING RAGE you inspire in me. #metoo
— Anna Haensch (@extremefriday) July 13, 2018
En contra del Gymtimidation
Existe un estudio realizado por Cosmopolitan Body que asegura que el 14% de las mujeres se sienten intimidadas en el gimnasio a causa de las miradas de diferentes hombres. A raíz de este dato se popularizó el término Gymtimidation en el año 2014, para poner foco sobre una situación que miles de mujeres sufren cuando acuden a centros deportivos. Es una forma de intimidación machista muy habitual en estos espacios que dificulta que las mujeres se sientan relajadas realizando ejercicio, sobre todo en las zonas de pesos libres o musculación que suelen estar ocupadas mayoritariamente por hombres.
Qué una chica de 16/17 años (da igual la edad) tenga que aguantar que unos impresentables (por decirlo de alguna manera) le acosen en un gimnasio me da muchísimo asco e impotencia.#BastaYa #NoEsNo #MeToo #stopmachirulos
— Jess (@Aracne7) February 7, 2019
Para una mujer no es nada cómodo, ni agradable y mucho menos seductor que un hombre clave reiteradamente su mirada sobre ella, lo único que consigue es generar una situación violenta. Si una mujer utiliza leggins o cualquier otra prenda ajustada para entrenar, es debido a su comodidad para hacer ejercicio, no porque quiera centrar todas las miradas sobre ella.
Pensar en estos detalles ayuda a respetar el ambiente de igualdad que debería existir en el gimnasio. Intentemos entre todos y todas poner de nuestra parte para erradicar todas estas diferencias.
¿Que piensas?