1979 fue un punto de inflexión en nuestro país, prometía nuevas posibilidades y revoluciones inciertas que no todas se vieron cumplidas. Se celebraron las primeras elecciones democráticas en España y Barcelona votó a Narcís Serra como alcalde de la ciudad.
La Barcelona del 79 ya era cosmopolita, libre, literaria y expansiva. Empezó la revolución musical con la sala Zeleste, La Villaroel triunfaba con obras de autor y de carácter social, más de un millón de personas celebraron en las calles el título de Recopa del Futbol Club Barcelona, mientras la ciudad se abría al mundo. Ese mismo año, en octubre, se inaugura el Sport Met en el barrio del Camp de l’Arpa en Barcelona –actualmente conocido como DiR Maragall-, con 3.800 m² dedicados a la práctica del deporte. Incluían pista de futbol sala, frontón, sala de musculación, de gimnasia y piscina.
En ese momento hacer ejercicio se limitaba a “hacer footing” por Collserola o el Tibidabo para prepararse para la primera Cursa de la Mercè o del Corte Inglés, ambas del 79. Por aquel entonces el fitness era algo desconocido y los centros donde practicar deporte de manera individual eran escasos y limitados. “El primer DiR nació porque no había ningún equipamiento para practicar deporte individualmente en mi barrio; por este motivo, junto con un amigo del barrio, nos propusimos crear unas instalaciones dignas al alcance de cualquier persona”, asegura Ramon Canela, cofundador de DiR.
1979 – 1989: una nueva manera de entender el deporte
De este modo, Sport Met es la puerta de entrada a una nueva manera de entender la práctica deportiva entre la sociedad del momento, acostumbrada a vivir el deporte delante del televisor. Una oportunidad para democratizar los valores del deporte entre la población barcelonesa, ofreciéndolo como fuente de relación y contacto social, mostrando la parte recreativa y lúdica, con el fin de crear una costumbre social y mejorar la calidad de vida del máximo número de personas. En el fondo, el objetivo es instaurar una nueva cultura deportiva en una ciudad que apuesta por organizar unos Juegos Olímpicos.
Prueba de ello es la primera edición de la Revista del DiR (1980), en aquel momento conocida como “Deportes Met Polideportivo”, que sirve inicialmente para comunicar las actividades que ofrece el DiR a sus socios, como los primeros “festivales deportivos” de atletismo, frontón, natación o futbol sala; el pase de películas educativas comentadas por profesores; o los coloquios con los futbolistas Kubala, Migueli y Marañón. En definitiva, mucho más que un gimnasio donde poder desarrollar actividades culturales, reuniones o excursiones.
Pero no basta con eso. Participa en la feria “Exposalud 86”, en el mismo año organiza el primer “Trofeo Open DyR Esquí”, llega la primera “Cursa MET-DyR Diari Sport” en el 83, la memorable fiesta en Studio 54 para celebrar el tercer aniversario e incluso colabora de manera regular en el magazine de RNE4 con un espacio dedicado a la actividad física, en el 89.
Una década frenética con vistas al sueño olímpico, donde también hay tiempo para abrir un segundo gimnasio DiR, SPORT DyR, actualmente conocido como DiR Castillejos, en el 83. En este caso se amplia a una extensión de 5000 m2. Ofrece solárium, piscina, bar-restaurante, salas de juegos, sauna, peluquería, complementos estéticos… además de una amplia gama de equipamiento para el entrenamiento fitness. En 1986 se le añade dimensión al edificio colindante.
1989 – 1999: innovación y alta tecnología
En la década de los 90, con los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 como protagonistas, la fiebre por el deporte no deja de aumentar entre la sociedad barcelonesa. Es también la década que aparecen los primeros móviles, la PlayStation, el primer navegador de internet o incluso la red wi-fi. Aparecen los aparatos cardiovasculares electrónicos que permiten conocer velocidad, frecuencia cardíaca, tiempo y otros parámetros. Las nuevas tendencias van orientadas a incluir el desarrollo tecnológico cada vez en más aspectos de nuestra vida y aprovechar sus beneficios, incluido en el fitness.
En aquel momento, pocos centros deportivos de Cataluña contaban con un sistema computarizado que permitía, después de una sesión por las diferentes máquinas del gimnasio (cintas de correr, máquinas de remo o bicicletas estáticas), recoger un informe con los resultados de su entrenamiento y con datos médicos. Un nuevo paso para que cada persona pueda gestionar su esfuerzo y su salud.
A los avances tecnológicos cabe sumar el esfuerzo por desarrollar y ofrecer nuevas actividades basadas en el fitness. El aeróbic tradicional da paso al step, añadiendo luces cromáticas, música y nuevos movimientos para liberar la mente de las tensiones. Las actividades dirigidas sorprenden cada día a más aficionados del deporte y el DiR sigue expandiéndose: en 1992 llega DiR Gràcia, en 1998 DiR Diagonal y se alcanza la cifra de 20.000 socios. Meses más tarde se inaugura DiR Hispà y DiR Campus. “Queremos abrir un DiR a diez minutos de cada casa”, advierte Ramón Canela en el 2000.
No obstante, la comunidad DiR sigue manteniendo los valores que marcaron su nacimiento. Sus centros sirven para conectar a sus abonados, hacer nuevas amistades o iniciar otras actividades. Los socios tienen acceso a entradas de espectáculos de teatro, conciertos o musicales, pueden viajar gratis hacia su DiR en autobuses propios con su carnet de abonado, y las actividades cada vez son más multitudinarias. “DiR acerca el deporte a las personas que nos puede aburrir, ha encontrado la manera de que sea más atractivo y entretenido. Hay espacio, luz y ambiente” declara la actriz Àngels Gonyalons en el 98.
Esa misma década, en el 1995, nace la Fundació DiR. Promueve valores deportivos, apoya líneas de investigación relacionadas con el deporte y la salud y participa en campañas solidarias. En sus primeros años consigue fondos para la Fundació Esclerosi Múltiple, para la ONG Metges Sense Fronteres y financia becas en el Institut de Recerca de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.
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