Sospecha cada vez que veas un producto envasado con reclamos “saludables”, suele ser puro marketing alimentario para confundirte y acabar comprándolo
Nuestra inquietud por comer sano y adquirir productos que ayuden a cuidar nuestra línea es algo que no ha pasado desapercibido por las grandes marcas, que siempre han tratado de aprovechar cualquier tipo de tendencia para lanzar su anzuelo y esperar a que los más despistados caigan en su trampa.
Algunas marcas intentan confundir con la información de sus envases, otros “inventando” soluciones que realmente no necesitamos o incluso utilizando denominaciones que nunca han existido pero que, de tanto repetirlas, nos las hemos acabo creyendo. Al fin y al cabo, no dejan de ser trucos que utiliza la industria alimentaria con el fin de encasquetar su nuevo producto al consumidor y que debemos estar atentos para que esto no suceda.
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La sal del Himalaya
Una de las grandes operaciones de marketing en la década de los 90 introdujo la sal del Himalaya en Alemania como uno de los productos que contiene 84 elementos esenciales para la salud y que era mucho más saludable que la sal común. Años más tarde, en el 2003, la Agencia de Protección del Consumidor de Baviera confirmó que este tipo de sal contiene entre 10 y 20 elementos esenciales (no 84) en una proporción prácticamente insignificante y que no se distingue de cualquier otra sal, básicamente se diferencia por su color rosado y nada más.
Aun así, este tipo de sal se sigue comercializando como un alimento lleno de beneficios y, lo peor de todo, es que su precio va de los 5€ a los 17€ el kilo, mientras que la sal marina la podemos encontrar por 19 céntimos el kilo.
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El plato que “absorbe” las calorías de la comida
Puede parecer un título de ciencia ficción, pero este es el mensaje que promueve el “Plato Hola”, un proyecto hecho realidad por un grupo de estudiantes de la Escuela de Ingeniería de Bilbao. Han inventado un plato con 1000 agujeritos que podría reducir entre 100 y 200 calorías cada comida, capaces de absorber el aceite y la grasa sobrante de los alimentos.
¿Es realmente útil este invento? En este caso no hemos encontrado ningún estudio que confirme que un plato con agujeros pueda atrapar el aceite y las grasas que sueltan los alimentos en comparación con un plato convencional. En todo caso, estos agujeros no van a absorber nada frente a alimentos como las patatas fritas, carnes empanadas, pizzas, bocadillos de hamburguesas y derivados. Tampoco vas a evitar consumir las grasas saturadas que contienen el interior de los alimentos.
En conclusión, un diseño muy bonito pero que no soluciona las consecuencias de seguir una mala alimentación. Para asegurarte una alimentación saludable debes aplicar un cambio de hábitos y no un cambio de vajilla.
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Productos etiquetados como “light”, “casero” o “bajo en calorías”
Las marcas suelen utilizar una serie de etiquetados para cambiar la percepción de un producto de cara al consumidor. Tan solo con añadir la coletilla de “light”, “casero” o “tradicional” entre otras, pensamos que es un producto más saludable que el del al lado, cuando normalmente no deja de ser un producto ultraprocesado.
Es posible que un producto etiquetado como “bajo en calorías” tenga menos calorías, pero no deja de ser un producto de baja calidad y poco saludable. Igual que los “light”, que reducen el número de azúcares, pero añaden otros tipos de edulcorantes igual de perjudiciales para nuestra dieta. El caso que llegó hasta los juzgados fue el de las patatas chips etiquetadas como “artesanas” y “aceite de oliva 100%”, que no seguían un método de elaboración artesano y solo contenían el 2% de aceite de oliva. Por suerte un juez obligó a cambiar el envoltorio a la compañía.
Las organizaciones de consumidores suelen denunciar este tipo de publicidad engañosa, pero también es responsabilidad nuestra saber diferenciar lo que es información nutricional a lo que es un simple eslogan publicitario.
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El jamón de York no existe
El auténtico jamón de York posiblemente solo puedas encontrarlo en la ciudad de York, pero no en la charcutería o el supermercado donde sueles comprar el embutido. En nuestro país podemos encontrar hasta 6 tipos diferentes de jamón (o derivados), ordenados de mayor a menor calidad: jamón cocido extra, paleta cocida extra, jamón cocido, paleta cocida, fiambre de jamón y fiambre de paleta.
La calidad difiere en cuanto al aporte del jamón, que está entre el 80 y el 90% en el caso del jamón cocido extra, y se reduce hasta el 50% en el fiambre de paleta. Además, en el jamón denominado como fiambre, está permitido añadir féculas y una mayor cantidad de conservantes, aditivos y potenciadores del sabor. Evita también aquellos que están etiquetados como “extrajugosos”, es otro de los eslóganes para confundir al consumidor, que para nada tienen que ver con el jamón cocido extra.
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El surimi o los palitos de cangrejo no tienen nada de saludable
El surimi, también conocido como palito de cangrejo, es uno de los productos más deficientes que se pueden encontrar en un supermercado. Para empezar, ya no se especifica si contiene cangrejo en su lista de ingredientes, sino simplemente “pescado”, que en algunos casos su porcentaje es inferior al 30%. ¿Y el resto de ingredientes? Principalmente agua, almidones, azúcar, proteína vegetal, colorantes, sal y glutamato monosódico, para potenciar su sabor.
En algunos casos se anuncian como “bajo en grasas”, “0% de grasas” o “reducido en sal”, cuando simplemente son versiones malas de sus materias primas de origen: el pescado fresco. No estamos diciendo que el surimi sea un producto que debas dejar de consumir, porque el surimi casero es una opción excelente de comer pescado, pero sí que debes tener en cuenta que el que encuentras en el supermercado es un producto ultraprocesado que aporta una calidad nutricional muy pobre.
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El pan de molde integral es otra estrategia de marca más
Uno de los productos más consumidos en la actualidad es el pan de molde y muchas marcas han aprovechado este aumento de consumo para añadir nuevos reclamos en sus envoltorios y convencernos de que también existen opciones “saludables”. Concretamente todos aquellos etiquetados como “pan de molde integral” invitan a pensar que son mejores que el propio pan blanco.
La realidad es que un “pan de molde integral” o “pan de molde con cereales” no tienen ninguna garantía nutricional porque seguimos encontrando harinas refinadas, azúcares y varios aditivos. Además, el porcentaje de harina integral suele ser inferior al 70% necesario para considerarlo un producto integral, siendo normalmente menos del 50% en aquellos que lo especifican (una gran parte de marcas no especifican porcentajes) y existen algunos que contienen un 0% de harina integral.
La próxima vez, antes de dejarte llevar por las letras bien granes, da la vuelta al producto y adquiere aquellos que tengan un porcentaje mayor del alimento que quieres comprar. Si quieres aprender a distinguir los productos según su información nutricional y seguir una dieta más saludable, puedes consultar más información a nuestro equipo de nutrición de Clubs DiR.
¿Que piensas?