El Ayuntamiento de Barcelona quiere abrir un ‘albergue para personas sin hogar con adicciones’ –esta es la denominación que se usa en la documentación oficial- que estará enfrente de la escuela Mas Casanovas y a pocos metros de DiR Castillejos. Así se ha comunicado a los vecinos del Baix Guinardó la última semana de diciembre.
Se mire como se mire, la actividad de un albergue de este tipo es incompatible con la vocación pedagógica de la escuela Mas Casanovas. El día a día de este albergue también colisiona con el movimiento que genera un supermercado Mercadona y un gimnasio DiR. Es por eso que desde DiR abrimos una consulta digital a los usuarios de DiR Castillejos. La respuesta ha sido contundente. Un 89 % de las respuestas dicen que no quieren este albergue para toxicómanos sin hogar en el lugar donde se propone. Un 11% da a favor.
Este resultado no criminaliza ni estigmatiza ningún colectivo. Sencillamente, se posiciona contra un disparate: hacer convivir dos mundos antagónicos, es una pésima decisión.
Así, del mismo modo que las personas con adicciones al alcohol y la droga tienen que recibir atención y ayuda –cosa que no está en discusión–, los menores se tienen que tratar siempre como lo que son: un colectivo que necesita protección, como se expresa en todo tipo de declaraciones, leyes, normas y reglamentos. Y la precaución forma parte de esta protección. Por lo tanto, no podemos proteger un colectivo desprotegiendo otro.
Del mismo modo que las personas con adicciones al alcohol y la droga tienen que recibir atención y ayuda –cosa que no está en discusión–, los menores se tienen que tratar siempre como lo que son: un colectivo que necesita protección.
En cuanto al caso concreto de la escuela, la Mas Casanovas es un centro de alta complejidad –así lo califica el mismo Departamento de Educación–, y forma parte del Proyecto Magnet de la fundación Bofill. Se trata de un programa de apoyo que solo se impulsa en centros con alumnos que tienen necesidades socioeconómicas por encima de lo que hay a su alrededor. Es decir, estamos hablando de una escuela que tiene una alta concentración de niños y de adolescentes con riesgo de ser vulnerables, y que trabaja con unas herramientas pedagógicas que merecen atención y reconocimiento.
Es cierto, el mundo es poliédrico, todos los problemas merecen tener aproximaciones diversas y los puntos a favor y en contra se tienen que analizar con calma, pero hay pocos errores tan flagrantes. Lo explica la misma decisión y lo certifica el resultado de la encuesta entre los usuarios de DiR Castillejos.
Es evidente que esta vez el Ayuntamiento no ha valorado todos los condicionantes que se tienen que tener en cuenta, como por ejemplo, el hecho que sumando los del colegio y los que vienen al gimnasio DiR, por la zona se mueven más de 500 chicos y chicas menores de dieciocho años.
El Ayuntamiento no ha valorado todos los condicionantes que se tienen que tener en cuenta, como por ejemplo, el hecho que sumando los del colegio y los que vienen al gimnasio DiR, por la zona se mueven más de 500 chicos y chicas menores de dieciocho años.
Así, es el momento de hacer las cosas bien. Cuando una decisión es errónea, lo mejor que se puede hacer es rectificar. Cuando toca resolver chapuzas no hay ningún atajo tan directo. Somos una sociedad que vive empecinada. No estamos educados en la admisión del error y, cuando es el caso, nos cuesta rectificar con naturalidad.
Aun así, esta vez toca rectificar porque esta vez el error es de tal magnitud, que el sentido común pide poner el Stop. Se tiene que frenar con urgencia el proyecto de instalación del Albergue a personas sin hogar con adicciones, delante de un colegio. Se trata de rectificar y de dejar en papel mojado este proyecto.
Ni vencedores ni vencidos. Que ganen los niños. La alcaldesa Ada Colau tendría que recuperar la memoria y escuchar las luchas vecinales. Si lo hiciera, el Ayuntamiento enmendaría el error. Esta vez no va de colores políticos, va de la protección de los menores.
Ramon Canela
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