Aprende 5 recursos para adoptar de manera sencilla buenos hábitos y empezar esta nueva temporada con buen pie
Septiembre está al caer y es el momento de volver a plantearse buenos propósitos, aunque a menudo el ritmo trepidante que impone comporta también un alto nivel de estrés. Así, nos proponemos como siempre hacer una vida más saludable y, en poco tiempo, todas las buenas intenciones quedan en eso, en intenciones.
Los horarios, el cansancio o el poco tiempo para cuidarnos vuelven a ser las excusas que nos llevan a seguir comiendo de una manera poco saludable. Aunque es cierto que el ritmo de vida nos condiciona de una manera inexorable, a veces tener en cuenta varios puntos clave puede ser decisivo.
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Aprender a planificar
Parece cosa de las abuelas, pero planificar lo que comeremos durante la semana es una de las acciones más productivas que se pueden hacer para la salud. Hay que pensar en cosas tan sencillas como cuántos seremos en la mesa, qué días comeremos fuera, etc. Evidentemente, para comer de manera más o menos equilibrada hay que planificar los menús haremos e intentar variar según las necesidades.
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Hacer una compra inteligente
Si se ha hecho la planificación anterior costará francamente poco mirar nuestras reservas y ver qué necesitamos comprar. Comprar bien es clave para comer bien. Hay que saber lo que queremos, no dejar influenciarnos por la publicidad y, sobre todo, comprar en lugares que tengan cierta calidad. Y, por supuesto, no hacer ceder demasiado con este tema, porque la comida influye de una forma muy seria en nuestra salud.
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Crear una despensa polivalente
Tenemos que intentar que la despensa corresponda a nuestros gustos, pero también a nuestra realidad. Si no nos gusta cocinar y a menudo vamos desorganizados, lo ideal sería que en la despensa haya los alimentos suficientes para poder solucionar los imprevistos sin caer en los clásicos precocinados o en la pizza congelada. Alimentos como el atún de lata, los frutos secos, las tostadas, las verduras congeladas, los quesos o la fruta pueden ayudar a improvisar comidas prácticamente sin tocar la cocina. No olvidemos que a veces es mejor un buen bocadillo que un precocinado dudoso…
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Optar por una cocina fácil
Cuando planificamos las comidas hay que ser conscientes del poco tiempo que disponemos. No nos engañemos: los cocidos, la plancha o el horno son las mejores opciones. Afortunadamente, los alimentos más poco cocinados son casi siempre los más nutritivos, así que para comer de una forma saludable no hay que ser un crack de la cocina. Una buena ensalada, una pasta hervida o una verdura al vapor se hace en muy poco tiempo. Se trata de tenerlo en la despensa o en la nevera y no complicarse.
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Tener unos conocimientos mínimos
Está claro que no hay que ser médico ni un experto en nutrición, pero es bueno que seamos conscientes de lo que el cuerpo necesita. Recordemos que las necesidades de nuestro cuerpo están relacionadas con la edad, la actividad física, la constitución… En fin, simplemente se trata de tener un poco de sentido común y conocer nuestro cuerpo. Por supuesto, si tenemos algún problema de salud, es el especialista quien deberá decirnos qué debemos comer.
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