¿Un consejo? Después de dos años horribles, disfruta de la fiesta de Sant Jordi. Es un día hermoso, festivo, cívico, especial. Los profesionales de la méteo dicen que la lluvia es una amenaza real, que puede complicar las ganas de pasear, pero nada es comparable con el gran handicap de los últimos años: la pandemia, el miedo y la mascarilla. Por eso liquidada la imposición de la mascarilla, este Sant Jordi sólo puede ir bien. Ni el caballero, ni el dragón ni la princesa tendrán que ser héroes con la complicación añadida de una mascarilla.
Esa sensación, que ahora sí, de que las cosas irán bien, también se ha instalado en el interior de nuestros gimnasios y clubs de fitness. Los miles de ciudadanos que durante meses han querido cuidar los buenos hábitos, ¡ya no tendrán que hacerlo luchando contra la mascarilla! Desde el día 20 ya no debe ser un héroe a la hora de realizar actividad física y cuidarse.
El martes el gobierno del Estado levantó la obligación de realizar actividad física en espacios cerrados con la mascarilla puesta y, la verdad, los gimnasios han estallado de vida. La mascarilla era molesta, necesitabas el aire para realizar la actividad física y notabas que te faltaba. ¿Solución? Terminabas renunciando a ir al gimnasio, quedando condenado a perder agilidad, elasticidad, tono muscular y contacto social.
Ahora, sin embargo, la mascarilla ya es historia y debemos convertirla en una oportunidad. Se trata de pasar página y de que los gobiernos dediquen a impulsar una campaña en favor de la actividad física los mismos esfuerzos que han mostrado a la hora de imponer la mascarilla. Éste sería un giro responsable.
La COVID-19 y algunas decisiones poco flexibles -cuando ya no hacía falta- nos han hecho perder demasiadas cosas. Que se impulsen programas de concienciación para que la gente quiera estar bien y realice actividad física, sería una buena noticia. Los gimnasios somos un gran motor de salud, algo que todo el mundo debería entender. El objetivo debería ser que la gente vuelva al gimnasio, al igual que mañana las rosas, los libros y la ternura volverán a empapar las calles. Será una forma festiva de decir adiós a las restricciones de los últimos años, más propias de la ciencia ficción que de la vida.
Ramon Canela
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