El especialista en Endocrinología y Nutrición, Borja Bandera, afirmaba en una entrevista en Rac 1 que «es necesario trabajar la fuerza para envejecer de manera saludable», que «la salud no sólo se define como la ausencia de enfermedad» y que «mucha medicina nos enferma», entre otros. Además, el especialista repasaba también varios consejos para “morir joven lo más tarde posible; es decir, para envejecer de la mejor forma o con el máximo de salud”. Hagamos un breve repaso de sus aportaciones.
¿Qué significa tener salud?
Según la OMS, la salud es un estado de bienestar completo: físico, social y psíquico. Ahora bien, esto es inabarcable para la mayoría de la población. Según Bandera, tener salud va mucho más allá: la salud se relaciona con el propósito de vida y con lo satisfecho que estés con cómo estás.
En este sentido, es bueno pensar en las personas que tienen cualquier patología, pero una buena calidad de vida: están satisfechas con su vida y se consideran funcionales. Quizás -deja sobre la mesa Bandera- estas personas tienen más salud que otras muchas sin ningún diagnóstico, pero insatisfechas. Así, es posible que, determinar si tenemos o no salud, es más nuestra que de los médicos.
Para sentirnos plenamente saludables, es necesario cambiar nuestros hábitos, aunque es algo muy difícil de hacer, puesto que «hasta que no nos sintamos obligados por una enfermedad o por dolor, el ser humano no cambia». En esta línea, el especialista afirma que cambiar es urgente cuando no sentimos la urgencia; la salud debe cuidarse cuando no la tenemos, no cuando la perdemos”. Si cambiamos nuestros hábitos cuando estamos bien, nos acercaremos a la óptima salud.
“Cambiar es urgente cuando no sentimos la urgencia; la salud debe cuidarse cuando la tenemos, no cuando la perdemos” – Borja Bandera
¿Cómo incorporamos los buenos hábitos?
Es evidente que llevar a cabo cualquier cambio en nuestras vidas, cuesta mucho. Lo importante es evitar la parálisis por análisis: es decir, no pretender cambiar de golpe 15 cosas. Lo esencial es reflexionar «¿qué necesito ahora mismo?» y actuar en consecuencia. Quizás no tengo que cambiar ningún aspecto en mi salud o en el ejercicio físico que hago, quizá necesito encontrar cómo rebajar mi ansiedad o necesito salir de una relación tóxica.
Ser empático con nosotros mismos también ayuda. Hay que ser concretos: es mucho mejor decir “lunes y miércoles iré al gimnasio, de ocho a nueve” que “a partir de ahora iré al gimnasio”. Y sobre todo, debemos tener en cuenta que un buen cambio de hábitos no se hace ni de un día para otro, ni siquiera en un año. Los cambios estructurales son difíciles de realizar, y requieren un gran trabajo.
La clave del ejercicio físico: el trabajo de fuerza
Uno de los mejores marcadores de envejecimiento saludable es la función muscular. El músculo no sólo es un órgano locomotor, también es endocrino; es decir, generador de moléculas que le sirven en el cuerpo para funcionar correctamente. Cuando existe el declive muscular, el envejecimiento se acelera muchísimo y con la pérdida de masa muscular la probabilidad de morir sube mucho. Así pues, para alargar los años de vida con salud es esencial entrenar el músculo.
Para entrenar el músculo no es necesario ir al gimnasio, se puede hacer desde cualquier sitio: desde casa, desde la playa, al gimnasio… En función del contexto de cada persona, se tendrá que valorar por qué ejercicios se comienza, pero lo general es el número de sesiones semanales: dos de treinta minutos trabajando todos los grupos musculares.
No hay que olvidar tampoco la alimentación, punto clave en la progresión de nuestro trabajo muscular. Es necesario que del 80 al 90% de las calorías que ingerimos vengan de alimentos no procesados o buenos procesados. Es interesante comer suficiente fibra, verduras, frutas y legumbres, antioxidantes y bioactivos de los vegetales y evitar técnicas de cocinado como las frituras y otros elementos como el alcohol.
Horarios, excesos y medicina: ¿cómo afectan a nuestra fuerza?
La evolución del ser humano ha seguido siempre unos horarios marcados por la luz y la oscuridad; por el día y la noche -hasta que hubo electricidad-. Nuestra biología se adapta a los ritmos circadianos, que pasan un período de 24 horas. Cuando vulneremos los ritmos con luz artificial de las pantallas, trabajando por la noche, etc. nuestra biología queda resentida. La disrupción circadiana se relaciona con más enfermedad de cualquier tipo.
Cada vez hay más adicción a las nuevas tecnologías ya edades más tempranas y cada vez hay más estudios científicos que muestran sus efectos. Tiene muchas consecuencias, más allá de la carencia de actividad física. Cuanto más conectados estamos, más sólo nos sentimos, porque las relaciones que se establecen en las redes sociales son sucedáneos de las relaciones reales, sucedáneos de quedar con un amigo, hablar con él, escucharlo, empatizar.
¿Que piensas?